Para obtenerlo, los investigadores liderados por Magdalena Zernicka, partieron de células madre procedentes de otros embriones y de otras que naturalmente darían lugar a la placenta (células madre trofoblásticas). Colocaron esas células en una especie de molde en 3-D para dar la forma deseada. A diferencia de los humanos, los embriones de ratón son alargados, como una especie de cilindro. Una vez colocadas, las células embrionarias y las de la placenta fueron capaces solas de organizarse sin ninguna intervención, como si supieran en qué lugar debían colocarse. "Los dos tipos de células comenzaron a hablar entre sí y se organizaron en una estructura que se parece y se comporta como un embrión de ratón. Hemos logrado regiones anatómicamente correctas que se desarrollan en el lugar correcto y en el momento adecuado", explica Zernicka, que es profesora del Departamento de Fisiología de la Universidad de Cambridge. Al comparar este «embrión» artificial con otro natural, se vio claramente cómo siguió el mismo patrón de desarrollo.
sábado, 13 de mayo de 2017
Noticia científica - Crean por primera vez un «embrión» de laboratorio con células madre
Bastan dos tipos de células madre y un molde para desafiar a la Naturaleza y fabricar artificialmente el embrión de un mamífero. Con estos tres ingredientes un equipo de investigadores de la Universidad de Cambridge, en el Reino Unido, han generado una estructura semirígida tridimensional que se asemeja a un embrión y crece de forma similar, según describen en la revista Science. Se trata del primer paso para la creación de un embrión en el laboratorio.
Para obtenerlo, los investigadores liderados por Magdalena Zernicka, partieron de células madre procedentes de otros embriones y de otras que naturalmente darían lugar a la placenta (células madre trofoblásticas). Colocaron esas células en una especie de molde en 3-D para dar la forma deseada. A diferencia de los humanos, los embriones de ratón son alargados, como una especie de cilindro. Una vez colocadas, las células embrionarias y las de la placenta fueron capaces solas de organizarse sin ninguna intervención, como si supieran en qué lugar debían colocarse. "Los dos tipos de células comenzaron a hablar entre sí y se organizaron en una estructura que se parece y se comporta como un embrión de ratón. Hemos logrado regiones anatómicamente correctas que se desarrollan en el lugar correcto y en el momento adecuado", explica Zernicka, que es profesora del Departamento de Fisiología de la Universidad de Cambridge. Al comparar este «embrión» artificial con otro natural, se vio claramente cómo siguió el mismo patrón de desarrollo.
Para obtenerlo, los investigadores liderados por Magdalena Zernicka, partieron de células madre procedentes de otros embriones y de otras que naturalmente darían lugar a la placenta (células madre trofoblásticas). Colocaron esas células en una especie de molde en 3-D para dar la forma deseada. A diferencia de los humanos, los embriones de ratón son alargados, como una especie de cilindro. Una vez colocadas, las células embrionarias y las de la placenta fueron capaces solas de organizarse sin ninguna intervención, como si supieran en qué lugar debían colocarse. "Los dos tipos de células comenzaron a hablar entre sí y se organizaron en una estructura que se parece y se comporta como un embrión de ratón. Hemos logrado regiones anatómicamente correctas que se desarrollan en el lugar correcto y en el momento adecuado", explica Zernicka, que es profesora del Departamento de Fisiología de la Universidad de Cambridge. Al comparar este «embrión» artificial con otro natural, se vio claramente cómo siguió el mismo patrón de desarrollo.
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